Homero Miño es un chef que se destaca en el embellecimiento de los platos. Tiene premios internacionales.
Es el Caspicara de la cocina. Su talento para crear sabores va de la mano con el gusto de hacer de sus platos verdaderas obras de arte. Se trata del chef ecuatoriano, Homero Miño, de 61 años, conocido como 'Chicho Miño'.
Tiene dos hijos y está casado. Su laboratorio gastronómico es la cocina de la U. San Francisco, donde es profesor de Garnish (arte de decorar o embellecer los alimentos), desde hace 12 años.
Rodeado de frases como: "Prohibido decir malas palabras" y el "orden es todo", enseña a sus alumnos que la mejor receta que les puede impartir es la de "la humildad con dignidad".
Cuenta que el estado de ánimo es fundamental para preparar los alimentos. "Si estás bien todo te saldrá bien. Por eso no permito entrar a mi cocina a personas enojadas".
Nunca deja su toca (gorro) boca abajo y se cuida mucho de no regar sal en el piso. Dice que son de mala suerte. Esas son sus únicas supersticiones para que el menú a preparar quede a pedir de boca.
Hace dos años construyó una réplica de la fachada de la iglesia de San Francisco con chocolate negro y blanco. Unas 1 600 pastillas formaron el tejado, y con las barras de chocolate blanco hizo las paredes y los campanarios gemelos del templo. Por esta pieza recibió un reconocimiento internacional.
La Asociación de Restauradores Gastronómicos de las Américas le entregó la medalla al Mejor Chef de las Américas, de entre 50 participantes.
Para Miño, sus platos son reconocidos porque tienen un ligero toque dulce. Por ejemplo, aconseja que a la guatita o a la fanesca se les añada un "clavo de raspadura", para que obtenga un sabor inigualable.
Esta fórmula la aprendió de sus abuelas que le dejaron como herencia sus recetas que datan de hace 80 años. Están recogidas en su último libro, 'Tradiciones de ayer para la mesa de hoy'.
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