Revista "LÍDERES"

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Sus recetas se prueban en américa latina y en EE.UU.

Su primera práctica gastronómica fue a los 10 años cuando intentó preparar una tarta de limón. A esa edad, Homero Miño ayudaba a su madre, Sara Ortiz, en la preparación del postre, pero se equivocó. En lugar de dos cucharadas de maicena agregó dos tazas: el relleno quedó sólido y la “tarta de limón fue incomible”.

Desde la preparación de esa tarta (1961) hasta la fecha, Miño contabiliza 134 recetas propias. Todas son parte de la tendencia conocida como Garnish (decoración artística de los platos). Por esa tarea cuenta con 12 medallas de reconocimiento nacional y 47 a escala internacional.

Para este quiteño (20 de julio, 1951) cada uno de los reconocimientos goza de valor. Entre los que más recuerda están los alcanzados en 1992 y 1994 en el Centro Español, una asociación cultural bilateral con sede en Quito. Miño concursó con un torero de unos 20 centímetros de alto esculpido en mantequilla, que llamó la atención de los otros 16 participantes.

Ese hecho le abrió las puertas para ser invitado a otros países. En 2001, junto a un equipo de cuatro chefs ecuatorianos, ganó el primer lugar, entre 86 colegas de 40 países del mundo, en Santa Cruz (Bolivia). El equipo reprodujo una serie pictórica del pintor ecuatoriano Oswaldo Guyasamín en azúcar impalpable.

Una de las más recientes condecoraciones la obtuvo el año pasado. Miño, ingeniero industrial de la Escuela Politécnica del Ejército pero con vocación para la gastronomía desde la niñez, participó en las jornadas de gastronomía Gourmon de Equinoccial, en el Hotel Quito, con una réplica de la iglesia de San Francisco, elaborada en chocolate. Ganó la medalla como ‘Mejor Chef de las Américas’ entre 50 chefs de 26 países de América Latina.

Este reconocimiento se lo dio la Asociación de Restauradores Gastronómicos de las Américas, con sede en Lima, Perú.

La historia de este chef ecuatoriano es particular según su hermano Andrés Miño, propietario de La Colina del Chef, en Quito. Él describe a su hermano como un artista culinario. Pese a su que durante 24 años trabajó como Gerente de Corporación Automotriz del Grupo Noboa (en Quito), “todos los días me ayudaba en mi negocio a preparar y decorar platos”. Fue así, de forma autodidacta, que Miño aprendió la labor.

 

En efecto, Miño estuvo vinculado con el sector automotriz durante casi un cuarto de siglo. Pero en ese tiempo ya probaba recetas en cocina fría. En el día gerenciaba la sucursal de Quito y durante la noche se dedicaba preparar platillos.

 

Hasta 1994 trabajó en la firma automotriz. Desde entonces dedica sus jornadas a la gastronomía. Por eso en 2004 se certificó como chef en la Academia Culinaria de las Américas (EE.UU.). Obtuvo el título en lo que de verdad le apasionaba

Pablo Zambrano, chef del Hilton Colón, conoce a Miño desde hace más de 20 años. Destaca la autoformación como su cualidad. “Tiene una habilidad innata para la cocina”.

Otro colega, Mario Aragón, afirma que la habilidad manual es el don principal de Miño: “Él convierte los ingredientes más sencillos en obras de arte”. Aragón, chef ejecutivo del Rincón de Francia (Quito), conoce a Miño desde hace unos 25 años.

Otra de las actividades que este ecuatoriano disfruta es la cátedra. Desde 2000 dicta clases de Garnish en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ). Uno de sus ex alumnos, Pavel Carrillo, piensa que su antiguo profesor destaca por su habilidad de enseñar y contagiar su pasión por la cocina a los demás.

Este síntoma de contagio lo sufrió Diego Madriñán, gerente de Metrocafé y Spaguetti (Quito), quien lo conoce hace 22 años. Fue gracias a Miño que decidió dedicarse al negocio de la comida. “Para mi es más que un amigo, él es mi maestro y lo considero un padre”.

A la gastronomía y la cátedra Miño suma dos aficiones: la pintura y la tauromaquia. Además, viaja una vez al año a Lima para dictar clases de Cocina Ecuatoriana en el Instituto Peruano de Chefs.

Su hoja de ruta

En el exterior.  Homero Miño ha representado a Ecuador en  EE.UU., México, El Salvador, Bolivia, Perú, Cuba, Argentina, Colombia...

La materia prima. En sus creaciones Garnish  utiliza azúcar impalpable, chocolate, verduras, frutas, hielo... para dar forma a su arte.

 


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